Galliano para Dior, vestido negro en tafetán y seda. Periodo Elizabeth

miércoles, 9 de febrero de 2011

Lacroix rinde homenaje a la vestimenta femenina de oriente medio

La muestra en el museo del muelle Branly (Musée du quai Branly), el museo etnológico francés, también llamado Museo de Primeras Artes o Museo de Artes y Civilizaciones de África, Asia y Oceanía y de las Américas (no occidentales), dedicado a las civilizaciones antiguas y a las culturas de dichos continentes, abrió sus puertas el martes, hasta el 15 de mayo, reúne 150 deslumbrantes trajes y ornamentos tradicionales del norte de Siria a la península del Sinai, seleccionados por el modisto junto a la responsable de las colecciones del Cercano Oriente de ese museo, Hana Chidiac.

"Queremos mostrar que el color existe. Pero desgraciadamente, esos colores, bordados y tradiciones ancestrales están en vías de desaparecer, a causa de la mundialización y del aumento del fundamentalismo religioso", advirtió Lacroix.

El modista recordó que algunas de sus colecciones de alta costura se inspiraron en los colores, motivos y bordados tradicionales de esta región del llamado "creciente fértil", que comprende territorios de Siria, Palestina, Líbano, Egipto y Jordania.
"Eran un homenaje a las mujeres del Oriente Medio, como lo es esta exhibición", dijo. Las piezas exhibidas en la exhibición "El Oriente de las mujeres visto por Christian Lacroix" pertenecieron a campesinas y beduinas de la región, y datan en su mayoría de fines del siglo XIX a nuestros días.

Hana Chidiac, que se sumergió en las colección del museo Branly y en colecciones particulares, buscando trajes, abrigos, joyas y ajuares de novia de aldeanas y beduinas, denunció también que "la religion y la globalización están acabando" con un maravilloso patrimonio cultural ancestral.
"La religión y el prèt-à-porter han provocado una uniformidad en la moda", lamentó, recalcando que la exhibición en el Quai Branly "revela el placer de esas mujeres en vestirse, en embellecerse".


"Las campesinas utilizaban algodón, lino, tenían con añil, bordaban con hilos de seda. Cada aldea se destinguía de la otra por sus bordados, sus colores", subrayo Chidiac. Lacroix, que señaló que las artesanas con las que alguna vez trabajó han casi desaparecido de las aldeas del Cercano Oriente, destacó que el color negro "es ahora como una marea, que englute todo".

"El negro puede ser un color sublime, pero no cuando es impuesto en las mujeres para uniformizarlas, borrarlas", declaró. "Cuando el negro no es una elección deliberada, es una señal de oscurantismo", denunció.

El modista, que dejó de desfilar en la semana de la alta costura de París en 2009, luego de que se declarara en suspensión de pagos, resaltó que cada una de las piezas escogidas para esta exhibición "es una obra de arte".


"Es el lujo en la sencillez. Algunas de ellas tomaban meses en hacerse, enteramente a mano. Ni siquiera en la Alta Costura hay tantas piezas únicas", dijo Lacroix, que continúa creando vestuarios para ópera y teatro, muebles y colabora en la remodelación de hoteles.
El diseñador optó por organizar la exhibición como un desfile de alta costura, que termina con el blanco. "Los últimos trajes son todos blancos, como un desfile de alta costura, que concluye siempre con el traje de novia", dijo.